LA LEYENDA DEL CACIQUE ARAPENA

   El Arapena merú  es uno de los saltos que alimenta el río Yuruaní y su nombre se debe al valeroso y aguerrido cacique ancestral Ará-Pená, el bis tatarabuelo directo de Ovelio.


LA LEYENDA DE ARAPENA

 Una historia bien documentada afirma que un día el cacique Ará fue a pescar al salto y, sin saberse porqué o qué pasó, allí encontró la muerte. Su cuerpo fue hallado sin heridas ni signos de violencia en una playa cercana. Su rostro cetrino deslumbraba paz y fulgurosa luz, por lo que se dedujo que su muerte, si se quiere, fue placentera y entregada en santa paz al Altísimo. Su pueblo, afligido por la muerte de su querido líder, desde aquel mismo instante, a fin inmortalizar y honrar su valerosa vida, comenzó a llamar a aquella pequeña cascada Arapena merú.
   Es necesario señalar que antes de la muerte del cacique Ará-Pená el salto carecía de nombre propio. En lengua taurepán Pená significa ancestral. Ará era el nombre del cacique.

  Esa es la historia, pero una leyenda afirma que en noches de luna llena el cacique Arapená aparece erguido sobre el salto que lleva su nombre. Su musculoso cuerpo y rostro son de brillo y fulgor indescriptibles. Su mirada ignota se pierde en el vacío de la sabana mientras con el dedo índice de su mano izquierda apunta hacia el frente, a un lugar indefinido. Los que lo han visto dicen que de su dedo brota un halo de luz que brilla más que el oro y los diamantes. Muchos aventureros se han apostado en la carretera, a orillas del puente del río Yuruaní, a sólo tres kilómetros de Kumarakapay, y han permanecido horas de vela y frío en noches de luna brillante a fin de poder fotografiarlo y descifrar hacía qué sitio indica el dedo del fantasmagórico cacique. Unos dicen que los han visto, otros que hasta han logrado fotografiarlo, pero hasta el día de hoy no existe ninguna evidencia física de que eso haya ocurrido. ¿Qué señala con su dedo? Nadie lo sabe aún. La leyenda continúa y el misterio también...


                      A mis espaldas está el salto Arapena (también llamado La cortina),
                                 en cuyo borde dicen haber visto al cacique Ará.



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